Las personas cuyo cerebro muestra resistencia a la hormona presentan una mayor acumulación de tejido graso en la zona abdominal, además de dificultades para adelgazar.
No todos los cerebros responden de igual forma a la insulina. De hecho, una parte de la población muestra una respuesta atenuada a la hormona en este tejido, condición que a menudo se denomina como resistencia a la insulina de las células del cerebro. Pero ¿qué papel desempeña en el mantenimiento del peso corporal y la acumulación de grasa?
La resistencia a la insulina –también conocida como resistencia insulínica o insulinorresistencia– es una condición en la cual los tejidos presentan una respuesta disminuida para disponer de la glucosa circulante ante la acción de la insulina; en especial el hígado; el músculo esquelético, el tejido adiposo y el cerebro. Esta alteración en conjunto con la deficiencia de producción de insulina por el páncreas puede conducir después de algún tiempo al desarrollo de una diabetes mellitus tipo 2.
A fin de responder dicha pregunta, Martin Heni y su equipo, de la Universidad de Tubinga, en Alemania, en colaboración con científicos de otros centros de investigación del país, iniciaron el ensayo TULIP; diseñado con el objeto de modificar el estilo de vida de los participantes y fomentar la adopción de hábitos saludables.
El programa, que empieza con una fase intensiva de 9 meses y continúa a lo largo de 2 años, combina la práctica de actividad física con una dieta baja en grasas y rica en fibra. En él; participaron 300 voluntarios con un alto riesgo de padecer diabetes de tipo 2.
Sin embargo, los datos recogidos en el trabajo, publicado por la revista Nature Communications, refieren a un pequeño grupo de 15 individuos, de ambos sexos y 45 años de edad promedio. La sensibilidad a la insulina de estos participantes se midió mediante magnetoencefalografía, una técnica no invasiva capaz de registrar el efecto de la hormona sobre la actividad cerebral.
Durante los primeros 9 meses de la intervención, los investigadores observaron que los sujetos con mayor resistencia a la insulina perdían menos peso corporal; cantidad que, además, recuperaban antes de finalizar el programa.
El análisis de la grasa visceral; es decir aquella que rodea los órganos de la cavidad abdominal, también reveló que la falta de sensibilidad a la hormona se asocia con un incremento de este tipo de tejido adiposo. Estos resultados se mantuvieron a lo largo de los 9 años que duró el seguimiento realizado a los participantes.
En una segunda fase del estudio, los científicos reclutaron otros 112 voluntarios, también de ambos sexos; mas 39 años de edad promedio; para dilucidar la relación entre la sensibilidad a la insulina del hipotálamo y la distribución de grasa en el organismo.
Esta región cerebral participa en la regulación del metabolismo periférico y tras la ingesta de alimentos, o bien la administración intranasal de la hormona, el flujo sanguíneo que la irriga disminuye; como respuesta a la insulina. Ello permitió a los autores hallar que en los sujetos con resistencia; la grasa se acumulaba en la zona abdominal; pero no en las zonas subcutáneas de glúteos; caderas y muslos.
Dado que la grasa visceral se asocia con un mayor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2, así como de sufrir patologías cardiovasculares y cáncer; Heni y sus colaboradores destacan la importancia de las conclusiones de su investigación.
De corroborarse en futuros ensayos que incluyan un mayor número de participantes; el diseño de estrategias que reduzcan la resistencia a la insulina en el cerebro podría ayudar a tratar los trastornos metabólicos.
Fuentes:
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